Por: Silvia Núñez Esquer | Hermosillo, Sonora | abril 2020
Nací en el año de 1960, el mero 4 de abril. Hoy tendré un
cumpleaños extraño, obviamente en
Una duradera relación...el micrófono y yo |
Diré cómo en ese año inicia el bloqueo comercial a Cuba. A
petición de México se inaugura en El Salvador el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID), para prestar dinero a los países más pobres. Se crean la
Asociación Latinoamericana del Libre Comercio y la Organización de Países
Exportadores de Petróleo, según el calendario internacional de acontecimientos
políticos.
Hubo un terremoto en Marruecos que provocó la muerte de más
de 12 mil personas, pero también provocó un tsunami que afectó desde Chile hasta Hawai,
donde murieron más de 6 mil personas.
Beneficiando el avance de las mujeres, en 1960 se comercializa la
píldora anticonceptiva, lo que abonó a la liberación femenina. En México empieza
a funcionar el ISSSTE y el presidente Adolfo López Mateos decreta la
nacionalización de la industria eléctrica.
Eva Sámano, esposa del presidente, puso la primera piedra para iniciar el proyecto de Asociación de
Protección a la Infancia, que después evolucionó a lo que hoy es el DIF.
Estados Unidos lanzó el primer satélite meteorológico, el “Tiros
1”. La entonces URSS envía al espacio el satélite “Sputnik V” con perros,
ratones, ratas y algunas plantas. “Todos regresan vivos a la Tierra al día
siguiente”, cuenta el registro histórico de agosto de 1960.
Se realiza el primer trasplante exitoso de hígado en
Inglaterra. David Alfaro Siqueiros es detenido y enviado a Lecumberri, acusado
de disolución social.
Elvis Presley regresa del servicio militar y retoma su
carrera de cantante, mientras los futuros Beatles empiezan a tocar en Indra Club,
en Alemania. En el cine en 1960 se estrenan “Psycho” de Alfred Hitchcock, “La
dolce vita” de Federico Fellini, y “Spartacus”, de Stanley Kubrick.
El censo de 1960 arrojó que la población en México había
aumentado en los últimos diez años 34%, para un total de 34 625 903 personas. Una
familia típica mexicana era de diez hijas e hijos.
En mi año de nacimiento se da a conocer y populariza el “bikini”,
o traje de baño de dos piezas. Como era de esperarse, ésta era una noticia para
y sobre las prendas de mujeres, todo lo demás, solo era protagonistas los
hombres.
La narración de mi cumpleaños tendría qué dar cuenta de
cómo desde que nací luché por un lugar en el espacio pues se esperaba un niño
en tiempos en que no se podía conocer el sexo del próximo humano. Fui niña y
eso restó importancia a mi nacimiento. Tanto así, que al tener preparado un
nombre de hombre, hubieron de pasar nueve meses para mi registro oficial como
nacida.
En tanto, se dirigían a mí con un nombre que mi abuela Carmen
cariñosamente me asignó, derivado del nombre del santo que se festeja el 4 de
abril, Isidoro, y que mi hermano mayor,
de entonces dos años y medio de edad acortaba como lo había indicado la abuela
diciendo “Isi”, pero desde sus posibilidades de niño pequeño, pronunciaba “Iti”,
que evolucionó en Kitty.
Así crecí pensando que ese era mi nombre, y fue hasta que
asistí al kínder y pasaban lista, que me enteré de que me llamaba Silvia
Isabel, pues cuando la maestra decía mi nombre, yo no respondía “presente”, y
fue ella, ante mi gran asombro, la que
me dijo que así me llamaba.
La expectativa no cumplida con mi nacimiento tuvo ventajas también.
Gracias a eso fui una niña y persona más libre, sin menos inyección de
prejuicios, como no fueran los que infundían las religiosas que dirigían y
daban clases en el colegio Julia Navarrete.
De todo eso pensé platicar en este relato de cumpleaños. De
cómo fui creciendo como niña y adolescente curiosa y crítica. De cómo ponía en
apuros a las monjas del colegio donde cursamos la primaria mis hermanas y yo,
pues mi lógica las ponía contra la pared cuando les preguntaba sobre los “misterios”
y la “fé”. Siempre cuestionando por qué había qué creer sin investigar y
comprobar por una misma.
Era necesario hacer un recuento de que a mi
edad, en el corte de caja puedo decir que tuve oportunidad de estudiar en universidad
pública, pude cursar y terminar un posgrado. Me convertí en una profesionista
del área de elección y pasión, y pude desarrollarla en varios medios de
comunicación como siempre quise.
Medios culturales, medios comerciales, radio, televisión,
internet, medio escrito, blogs, redes sociales, en todo he andado. Pude
escribir y publicar un libro con el sello de la Universidad de Sonora,
institución que me dio educación desde Secundaria hasta posgrado. Me brindó trabajo,
casa, guardería infantil, seguridad social, y todo aquello que todas las
personas deberían tener por el solo hecho de haber nacido.
He sido vanguardista al ser la primera en algún aspecto
profesional. Por ejemplo, ser la primera mujer disk jockey en una discoteca, o
ser la primera voz como locutora de una estación de radio en frecuencia modulada, ambas en
Hermosillo. Pertenezco a la primera generación de la Licenciatura en
Comunicación en Sonora, soy la primera sonorense en obtener premio en la bienal
internacional de radio, por un radio reportaje sobre feminicidio, y cree el
primer blog de periodismo feminista en Sonora, reivindicando el derecho a la comunicación,
por mencionar algunos.
Pero también he podido experimentar el que hasta
ahora reconozco como el más grande e importante proyecto de vida, el tener
hijas e hijos. Al final de cuenta verlos convertidos en personas adultas, con
estudios de licenciatura y posgrado, autosuficientes, impulsados desde mi
condición de jefa de familia, es la mayor satisfacción y sensación del deber
cumplido en la vida.
En el camino he conocido muchas personas. Unas han enriquecido
y hecho bien a mi vida, otras han intentado bloquearme sin lograrlo, porque
simplemente me he separado de ellas. En el balance, han sido muchas más las que
me han aportado algo positivo. He aprendido de ellas, y espero ellas también de
mí.
Desde la preparatoria defendía los derechos humanos de las
personas, pero no lo sabía. Hoy me reconozco como una defensora férrea de los
derechos de las mujeres y de las personas en lo general. Y no me imagino en
esta etapa de mi vida, dejar de serlo.
He desarrollado un expertisse relacionado con mi profesión
de Comunicóloga y mi práctica cotidiana como profesional del periodismo,
referido al procesamiento de información cuanti cualitativa sobre violencia
extrema contra las mujeres y feminicidio, y su difusión puntual.
He sido reconocida por ello, aunque todavía no se entiende
que documentar y difundir el feminicidio es también una especialidad de la
Comunicación. Por ello en ocasiones se visualiza como una rama del “activismo”,
restando importancia al trabajo profesional. Pero ciertamente la sola difusión no alcanza para transformar
las causas ni para erradicar el feminicidio. Eso sí, en el camino he perdido a
muchas personas a las que quería, y me hacen falta.
Las luchas sociales se multiplican, pero para mi trabajo todas llevan el hilo conductor de las mujeres
y sus vivencias al participar en ellas. Procuro estar ahí cada vez que las
mujeres, -a veces solo ellas, en otras junto con los hombres- luchan por una
causa social. Me acerco a documentar, si ellas me lo permiten los procesos, como lo he podido hacer hasta hoy, usando
todas las plataformas de difusión gratuitas, digitales o no, de las que me he
podido apropiar.
No me he enfermado de cáncer, no tengo ninguna enfermedad
crónico degenerativa, no uso lentes, tengo buena movilidad que me permite
seguir practicando ejercicio. No me han golpeado enviándome al hospital, no me
han violado ni privado de la libertad, no me han asesinado como a muchas
otras mujeres, y amo a los gatos. Sin duda, soy una sobreviviente en un país
feminicida.
Pero hay otros desafíos. Segura estoy que la amenaza presente, en el futuro inmediato y a largo plazo es no poder recuperar la salud ambiental. Las enfermedades y sus nuevas representaciones son consecuencia de malas decisiones de quienes gobiernan, y de la ceguera nuestra cada vez que embovedan un río, que cortan un árbol y en su lugar colocan cemento, por decir unos ejemplos.
Cada vez más preferimos un medicamento, antes que prevenir
lo que queremos curar. Los animales “domésticos”
fueron desplazados del panorama público pues los consideramos despectivamente “callejeros” como
si la calle no fuera también de ellos. En el mejor de los casos, los mantenemos
dentro de las casas modificando sus dinámicas que a su vez, son las dinámicas
que mantienen las cadenas alimenticias, de reproducción, de bio remediación, entre
otras.
Todos los recursos naturales que nos protegen de las
afectaciones extremas han sido destruidos o mermados. Pero dicen las y los
científicos que todavía se puede revertir la tendencia si, por medio de buenas
decisiones políticas y la formación de un ejército de defensores ambientales,
lo intentamos.
Por ahora me quedo en casa, el relato amplio deberá esperar,
pues más tarde tendré celebraciones colectivas a distancia. Es tiempo de #COVID-19,
y hay que tomarlo en cuenta.
Ha sido un cumpleaños raro, pero especial porque
es el 60/60. Y ahí están ustedes que me felicitan, que se acuerdan de mí y se los agradezco. Pero también doy gracias a la vida por haber conocido al feminismo y a las feministas. A todas ellas que cierran filas cuando estamos en riesgo como defensoras y/o periodistas. A todas las mujeres que me formaron y me acogieron en el movimiento feminista, muchas gracias, soy en parte su hechura.
Gracias vida por haberme permitido atestiguar
ésta, reconocida como una de las más grandes pandemias en la historia del
mundo, espero poder contarla. Gracias.
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