Por: Susana Vidales Rodríguez | Ciudad de México |
abril 2020
Querida Silvia,
Oigo el canto de los pájaros, claro y fuerte, un parloteo
que llega hasta mi cocina.
La mañana es soleada, más tarde se pondrá caluroso, pero temprano corre un
viento fresco del que ahora disfruto.
Todos estos días en la cuarentena de la Ciudad de
México la primavera está en su esplendor. Desde
los primeros de marzo la ciudad
se tiñó de morado con las jacarandas en flor y el aroma de sus flores inundando
las noches.
Susana Vidales y su nieto |
Para mi este mes de marzo será el del feminismo
otra vez en las calles, ahora masivamente y con una energía y un enojo nunca
antes visto. Y las flores de jacaranda me recordaran siempre a la diamantina
que las jóvenes feministas arrojaron a la cara del gobierno ante la ineptitud y
la indolencia para ponerle freno a la violencia feminicida.
Los días perfectos han continuado durante toda esta
cuarentena, en contraste con nuestras emociones, sujetas al vaivén de la
información incesante, contradictoria y hasta falsa.
Toda esta situación me trae a la mente la frase del
escritor Daniel Sada: “Porque parece mentira, la verdad nunca se sabe”.Mis días en estos tiempos del coronavirus tienen
rutinas distintas.
Hay días en que me despierto temprano para recibir
al nieto que viene a quedarse conmigo porque no hay guardería y ambos padres
trabajan en oficina aún durante la cuarentena. Mi nuera tiene un puesto en
empresa de los Salinas y éste ha declarado públicamente su desacuerdo con las
medidas sanitarias dictadas por el gobierno y a pesar del decreto oficial
mantiene abiertas sus oficinas y tiendas; así que, junto a los papás, nieto y
abuela se ponen en riesgo, todo sea por la avaricia empresarial.
Pero pues no es más que un ejemplo, de los millones
que hay, de lo que nuestro sistema económico, político y social ha predicado
hasta ahora, su falta de interés en la persona y el bienestar humano.
Claro que cuando nos tocan en lo individual las situaciones se ven de muy
distinta manera y las emociones se desbordan, hay enojo, angustia y hasta
miedo.
Esos días con el nieto son los de total felicidad y
gran energía, ahuyentan toda emoción negativa, no hay cabida para otro
sentimiento que no sea de amor puro e incondicional con esta personita que
apareció en mi vida hace casi dos años y que viene a ser mi tercer nieto.
No es sino hasta que vuelvo a quedarme sola que veo
las noticias del día y reviso mis correos y chats, y me enfrasco en las
reflexiones diarias sobre lo que está ocurriendo. A las 7 de la tarde
enciendo la tele para ver en cadena nacional, como si fuera la telenovela, y a
veces tengo la impresión de que es una telenovela, al Dr. Lopez Gatell y
su reporte sobre el coronavirus.
Casi siempre termino recordando algún dicho de mi
madre recientemente fallecida, como aquel de: “Más vale creerlo, que
adivinarlo”.
Otros días, desde temprano estoy viendo noticias y
artículos relevantes a la cuarentena y revisando mis chats y lo que me han
enviado amigas, redes y familiares.
El chat Rodríguez es muy activo y se comparten todo
tipo de informaciones y reflexiones, de todos los colores y sabores. Algo que
me encanta de mi familia es su pluralidad y respeto por las diferencias de
pensamiento.
Me sentí muy orgullosa cuando el mayor de mis
nietos me dijo hace poco: Abi, tu casa es una casa democrática porque aquí se
puede discutir de cualquier cosa.
Imagen proporcionada por la autora |
Desde niña me gustó descubrir y discutir
ideas, intercambiar puntos de vista; pensaba y sentía que me enriquecía conocer
lo diferente. Por eso, como estudiante del bachillerato me involucré en el
movimiento estudiantil del 73 en Sonora y descubrí el feminismo junto a un
grupo de jovencitas visionarias que producíamos para la radio Universitaria un
programa sobre la “liberación de la mujer”. También descubrí a los troskos
del entonces Grupo Comunista Internacionalista y sus ideas sobre la revolución
permanente y el desarrollo desigual y combinado y con ellos me adentré en la
formación marxista.
Y en estos días en que hay más tiempo que vida, los
recuerdos vuelven nítidos, alentados además por toda una serie de videos y
audios de tiempos pasados que aparacen en casi todos los chats, (¿un signo del
temor al futuro?).
Puedo estar horas en la nostalgia, complaciéndome
en revivir momentos felices y gratificantes; pensando en los años de luchas, en
todas las acciones que se han hecho a favor de los derechos de las mujeres y en
las que he participado junto a muchas otras compañeras, algunas que ya no
están, otras como tú, querida Silvia, que siguen contribuyendo.
Claro que para traerme bruscamente a la realidad
están los chats de las diversas articulaciones feministas, en las que sobre
todo y a pesar del coronavirus, las informaciones siguen siendo de feminicidios
y abusos a las mujeres. Y los números de asesinadas son aterradores, pero
nadie hace cuarentena por ello.
Otro chat importante y muy activo es el de la
organización de vecinos de Coyoacán, mi barrio, en el que todos los días se
comparten informaciones sobre la epidemia y los lugares en el rumbo en los que
se puede ordenar comida y conseguir servicios. El chat es lugar de
interminables discusiones sobre si el gobierno miente o no en sus informes de
la situación hospitalaria y su capacidad para enfrentar esta contingencia.
Pero estos mismos vecinos, tan diversos en sus
apreciaciones y en sus filiaciones políticas e ideológicas, nos hemos puesto de
acuerdo para el apoyo al personal de salud de los hospitales de la zona,
llevando equipo de protección, que se compra con el dinero recaudado a través
de este chat, a diversos hospitales del rumbo.
Porque por redes, en mensajes a la ciudadanía y a
través de los medios, muchos médicos y enfermeras están denunciando que
no tienen equipo de protección, que se están infectando por ello y que su
situación es desesperada. Al chat se suben fotos del momento de la
entrega del equipo y agradecimientos de parte del personal de salud beneficiado
con este apoyo.
Estas iniciativas ciudadanas se están sucediendo en
diversas colonias de la ciudad. Como siempre somos los ciudadanos los que nos
movilizamos ante los desastres. Los gobiernos no salen de la simulación, la
corrupción y la mentira, solo hay que ver las noticias.
Hay compras discrecionales de ventiladores hasta en
millones de pesos; hijos de políticos convertidos rápidamente en empresarios de
material y equipo médico. Cubre bocas que costaban 3 pesos se venden por 100 y
el gel anti bacterial es producto de lujo.
Hay quienes atacan a los médicos y enfermeras
porque los creen foco de infección y en varios casos los propios vecinos
quieren impedirles que entren al edificio de departamentos en el que viven.
Es en la adversidad donde sale a relucir lo mejor y lo peor de las
personas. En esos días, igual que en la composición de Silvio Rodríguez,
la rabia es mi salvación.
Y luego están los días como hoy en que puedo
detenerme a escuchar el canto de los pajaritos y escribirte estas líneas.
Son los días de la esperanza. Ya te contaré más sobre estos en otra
entrega.
Te quiero
Susana
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